Después de buscar en la extensa
bibliografía existente sobre este tema, al parecer, el sistema que siguen la mayoría de escuelas
de artes marciales es el establecido por Jigoro Kano el siglo pasado, y este no
es otro que seis niveles kyu (asociado a cinturones de colores) y diez niveles
Dan.
Averiguado el origen nos podemos preguntar que llevó a su
creador a tal fin, además de cuales fueron las necesidades y los hándicaps que lo arrastraron a tener que “medir” la
destreza de sus discípulos de una forma tan palpable.
Puede ser que la respuesta se
encuentre en la evolución de la sociedad de la época en si misma, en la cual se produce una explosión demográfica
considerable, que junto a la revolución industrial y la paralela revolución
social (derechos de los trabajadores,
florecimiento de la economía de mercado y consumo), hacen que sean
muchas las personas que se interesen por las artes marciales ( del Judo en este
caso), y que una vez en el lugar de entrenamiento (Dojo) fuese mas fácil
el ir clasificando a los practicantes
según su destreza o la experiencia adquirida; además de constituir una fuente
de ingresos muy importante para la escuela o Sensei, el cual ya había decidido
dedicarse por entero y profesionalmente a enseñar su arte.
Paralelamente este sistema en
occidente obtuvo otra ventaja más, que no es otra que la necesidad que tenemos
los occidentales de alimentar nuestro ego personal constantemente, y que se
traduce en sentir que somos diferentes a
los demás ( si puede ser, mejores). Ni que decir tiene que esta necesidad hace
que sin demora queramos ir subiendo los peldaños de esta escalera: 6
kyu, 5 kyu, 4 kyu …. Etc, lo cual, a su vez, favorece monetariamente a los
clubs y federaciones.
Centrándonos en nuestro Dojo, es
evidente que desde Ricard a los alumnos mas antiguos, no se presta demasiada
atención sobre el tema, lo cual contribuye a que los nuevos alumnos no se
identifiquen con el sistema de grados “normal”; y en cambio si
se les intente transmitir otro tipo de valores, como son la constancia
en el entreno, el esfuerzo y el sacrificio personal con el único objetivo
de mejorar, primero técnicamente y
posteriormente en un plano superior o espiritual.
Esto no quiere decir que no
tendrían que existir los grados, sino mas bien que estos no deberían ser el objetivo y fin de nuestro
entrenamiento, y si que nos puede ser
concedido como reconocimiento a nuestra
constancia, nivel técnico o compromiso con el Aikido.
Por otra parte cada cual decidirá
si desea acogerse a este sistema de grados o no, siendo su decisión siempre
correcta.
Para finalizar transcribo a
continuación un texto del libro TAO TE
CHING, escrito por LAO TSE sobre el año
570 antes de la era cristiana, el cual
pienso puede ilustrar lo comentado anteriormente.
El buen guerrero se adapta a las situaciones,
y no intenta conquistar nada por la fuerza.
Cuando ha alcanzado su propósito,
no exhibe su triunfo
ni se jacta de su capacidad,
ni se siente orgulloso.
Llega a la pacificación sin recurrir a la fuerza.
El orgullo del vencedor es el germen de su declive.
Jorge Ruiz Mesa
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