jueves, 30 de agosto de 2012

Kazuo Chiba. Aikido.

Sensei, yo entiendo que usted comenzó en las artes marciales con judo y después se cambió al aikido. ¿Podría usted decirnos algo acerca de la manera en que las cosas se daban en esos días?

Bien, a mi me gustaba bastante el budo, especialmente el judo. Un día sucedió que me encontré en una situación donde tuve que sostener un encuentro con uno de los avanzados quien era un nidan. Él era una persona agradable y me había enseñado bastante desde que entre al dojo por primera vez, también había sido bueno conmigo afuera del dojo. Él tenía una contextura pequeña pero hacía un judo maravilloso, y podía derribar oponentes mas grandes sin utilizar fuerza. El utilizaba bastante los lanzamientos taiotoshi (caída del cuerpo) y el yokosutemi (sacrificio lateral) de una forma que no se ve frecuentemente. Él era también muy rápido.
     Él acostumbraba derrotarme todo el tiempo, pero entonces, por alguna razón gané un encuentro durante un kachinuke shiai (encuentro en el que el judoka se mantiene en el combate hasta que es derrotado; entonces es remplazado por el ganador). Él estaba mortificado y dijo “No puedo ya derrotarte en judo, pero aún tengo el kendo!” (él también era nidan en kendo).  Entonces, una noche, él se presento en mi casa y me dijo que saliera porque tendríamos un encuentro de kendo. Ahora, he hecho judo y karate, pero nunca kendo. Me preguntaba sobre algo que pudiese funcionar, luego salí y nos vimos en un lote desocupado. Mi Sempai me permitió una ventaja al dejarme usar un bokken de madera mientras el usana solamente un shinai de bambu. Él era tan rápido que yo nunca pude tocarlo, mientras que su shinai chasqueaba en mi cuerpo una y otra vez. Terminé recibiendo una paliza
.
     Esa experiencia se convirtió en uno de mis primeros despertares acerca del budo. Desilusionado, dejé de ir al dojo de judo y comencé a hacerme cuestionamientos. Lo que me ocurrió fue que así practicara judo de la forma mas comprometida posible, y me consolidara como un judoka de alto nivel, de todas formas sería derrotado por un kendoka con el grado de shodan en un encuentro de kendo. De igual forma, si a algún profesor de kendo le regalasen un uniforme de judo, y se acercara a mi dojo de judo, probablemente lo derrotaría sin importar que tan buena reputación el tuviese en el mundo del kendo.
     Después de pensar por un momento, concluí que algo estaba faltando, y que se había cometido un error; el verdadero budo debía ser algo mas. Un practicante de budo, pensaba, debería ser capaz de responder bajo cualquier circunstancia, así fuese utilizando una espada contra otra, lo que fuese. Esas simples preguntas me llevaron a comenzar a pensar sobre la naturaleza del verdadero budo.  Debido a que no tenia idea de cómo encontrar el tipo de budo que yo buscaba, dejé de entrenar cualquier tipo de arte marcial por un tiempo de seis meses. Sabía que tenía que encontrar un profesor que me pudiese dar la guía apropiada.
    Entonces, un día en una librería recogí un libro de aikido. En el interior había una pequeña foto de O-Sensei. Cuando la vi, supe inmediatamente que había encontrado mi maestro. No sabía nada acerca de las técnicas de aikido, pero pensé que eso no era importante y simplemente pensé: “esto es!, esta parece que es una persona que entendería mis preocupaciones”. Así fue que encontré mi camino hasta el lugar donde el Sensei Ueshiba se supondría que estaría con el ánimo de sugerir (un poco grosero de mi parte pues no tenía ninguna invitación) sin importar lo que sucediera, ser recibido como un uchideshi tan pronto como fuese posible. Así fue que yo llegué al aikido.

¿Cuál era su edad entonces?

Me había graduado recientemente del bachillerato, entonces seguramente tenía 18 años. En ese entonces O-Sensei estaba viviendo en Iwama, así que no se encontraba usualmente en Hombu Dojo. Pero estaba preparado para sentarme frente al dojo hasta que fuese aceptado para ser un uchideshi. Así lo hice, esperando poder hablar con alguien. Eso fue a mediados de febrero [1958], y hacía bastante frío. Parece que las personas en el Hombu Dojo creían que yo era alguna clase de loco. Tres días después O-Sensei regresó de Iwama. Waka Sensei (el actual doshu, Kisshomaru) aparentemente le informó que había una persona extraña y le preguntó que debía hacer al respecto. O-Sensei dijo “tráiganlo adentro,” de esa forma fue que pude conocerlo. Me senté en el corredor afuera del cuarto de O-Sensei e hice un saludo formal.      Cuando levanté mi cabeza y lo miré dije para mi “esto saldrá bien”.
O-Sensei dijo, “el entrenamiento en budo es extremadamente demandante. ¿Piensas que puedes manejarlo?”. Le respondí que yo estaba muy seguro que podría u O-Sensei dijo, “Entonces muy bien”, fue una presentación muy simple.

¿Usted duró cerca de siete años entrenando como uchideshi en el Hombu Dojo?

Si, y no hubo un solo día durante ese periodo que lo hubiese considerado “divertido” —- No en este entonces de todas formas. Ahora recuerdo esos días con cariño, aunque eran bastante duro . Por supuesto eso era lo que yo había escogido con el fin de lograr mis metas, no algo a lo que me hubiesen forzado, en ese sentido era algo así como un lujo, a pesar de la dificultad.
Usted debe tener unas historias muy interesantes de sus experiencias como uchideshi…
    O-Sensei aún disfrutaba de una buena salud cuando entré al dojo. En los siete años en los que estuve ahí, vi cambiar sus técnicas de forma rápida. Después de un año obtuve las suficientes bases y me fue permitido ser uke para él.
Entrenar con O-Sensei era bastante duro! Regularmente tenía la piel de mis codos con peladuras cuando practicábamos iriminage y las mangas de mi uniforme siempre estaban endurecidas con sangre. Las técnicas de O-Sensei eran tan rápidas que para mi era muy difícil hacer el ukemi. Incluso peor que hacer el ukemi era que tu  tenías que levantar de inmediato y sin dejar de observarlo. Lo sentías en tu nuca tan pronto como él te proyectaba volando dos metros sobre el tatami. Su espada también era extremadamente rápida.

¿Cómo describe usted la “energía” de O-Sensei?

Era como estar siendo presionado por alguna forma de fuerza invisible. O-Sensei usualmente nos decía que lo golpeáramos con un bokken en cualquier momento. En cualquier momento en que el de detuviera y se volteara a hablar con sus interlocutores parecía un buen momento ya que no estaría mirando en tu dirección, pero incluso así, nadie se atrevió de atacarlo. El simplemente no tenía aperturas. Él no nos miraba con sus ojos, pero nosotros podíamos sentirlo observándonos con su ki. Eso usualmente me hacía sudar de una manera tan abundante que difícilmente yo podía mantener el agarre en mi bokken.
    Aún así, como si fuésemos sus oponentes nosotros nos manteníamos alerta, y gradualmente tratábamos de acortar la distancia. Entonces, por un instante, se daba una apertura, O-Sensei creaba pequeñas aperturas de forma deliberada con el fin de ayudarnos a desarrollar nuestras habilidades de percepción. Él no trabajaría con personas que no pudiesen demostrar la habilidad de percibir estas aperturas.
    En el instante en que O-Sensei se descuidara, nosotros podríamos apresurarnos para atacarlo; pero él ya se habría ido. O-Sensei ya estaría en movimiento en el momento en que nosotros empezáramos nuestro ataque. Nosotros simplemente éramos demasiado lentos o carecíamos de la habilidad de percibir. Yo encuentro esto muy interesante.

¿O-Sensei le enseñaba de forma diferente a los uchidechi y a los otros estudiantes?

    El contenido del entrenamiento era exactamente el mismo, pero a nosotros los uchideshi se nos decía que no debíamos entrenar de la misma forma que los estudiantes regulares. Nuestro entrenamiento tenía que ser mas duro y mas intenso, no algo suave y sin esfuerzo. O-Sensei era muy estricto al respecto.
     Los uchideshi muy raramente recibían una instrucción técnica especial. En lugar de ello, la parte más intensa de nuestro entrenamiento era la interacción con O-Sensei en todos los aspectos de su vida diaria, servir como sus asistentes personales, acompañarlo en sus viajes, preparar sus comidas y sus baños, darle masajes en la espalda, leer para él, y cosas como esas. Las personas que no han sido un uchideshi difícilmente entienden el significado de este contacto diario.

Por favor díganos más al respecto.

     Nosotros normalmente acompañábamos a O-Sensei cuando viajaba a lugares como Osaka y Wakayama, los viajes duraban normalmente cerca de una semana. Cargados con el Equipaje de O-Sensei y con el nuestro, con los bokken y jo cargados en la espalda, teníamos que llamar un taxi para dirigirnos a la Estación de Tokio. Cuando llegábamos allí, O-Sensei  inmediatamente se bajaba del taxi y desaparecía al interior del lugar, dejándonos para encargarnos de comprar los tiquetes de tren y otros detalles. Nosotros teníamos que seguirlo mientras él se movía hábilmente en la congestionada estación, pareciera que las congestiones de gente se desvanecían en el momento en que él se movía.
    Siempre que había que subir una escalera teníamos que ayudar a O-Sensei, empujándolo desde atrás, y cuando bajábamos, nosotros siempre íbamos un paso debajo de él y le ofrecíamos un hombro para que se sostuviera de ahí. Eventualmente también lo hacíamos en el tren. Ocasionalmente, había uchideshi que no podían seguirlo o continuar, pero O-Sensei simplemente se subía al tren y los dejaba atrás, de esta forma todos tenían que hacer lo posible para no quedarse y llegar al tren con el resto del grupo.
    En la mayoría de sitios en que nos hospedábamos, se arreglaban dos habitaciones y un baño. O-Sensei dormía en el cuarto más lejano y los uchideshi se amontonaban en el otro. A su edad, O-Sensei usualmente se levantaba cinco o seis veces en la noche para ir al baño y nosotros teníamos que asistirlo. Durante los dos primeros dos o tres años, casi no pude dormir pues no se sabía en que momento se levantaría.
     Cuando él se levantaba nosotros abríamos la puerta y le ayudábamos a ponerse su haori (un camisón suelto que es más largo en el frente, y llega hasta un punto entre la cadera y las rodillas), entonces lo acompañábamos al baño, abríamos la puerta y prendíamos la luz. Luego, le ayudábamos a lavar y secar sus manos, lo llevábamos de regreso a su habitación y luego regresábamos a la nuestra. Obviamente no puedes dormir muy bien si sucede esto cinco o seis veces en la noche. Cada uno de nosotros perdía cerca de ocho o nueve libras en la semana y al llegar a casa estábamos hechos trizas. Lo interesante es que después de cuatro años yo ya era capaz de dormir plácidamente. De alguna forma podía en mi sueno percibir el momento en que O-Sensei necesitaba levantarse y usar el baño. Me despertaba, saltaba de la cama, abría la puerta y ahí estaba, en el instante apropiado. Algún tipo de comunicación sin palabras se desarrollaba. En japonés nosotros decimos ishin denshin, que significa algo así como la “comunicación como si dos personas tuviesen la misma mente”.
     Este es un tipo de entrenamiento que te permite percibir la intención de tu compañero en el tatami. Cuando tú y tu compañero se enfrentan sosteniendo espadas, por ejemplo, lo que es realmente importante no es saber quien es mas fuerte y quien es mas débil, sino que tan claro tú puedes comprender la intención del otro. Para poder moverte en el momento justo, tú debes ser capaz de ver las aperturas cuando ellas aparecen.
    No se si O-Sensei de manera intencional nos daba esta clase de entrenamiento, pero en cualquier caso, ello influenció mi técnica en el sentido en que yo fui capaz de actuar en respuesta del ki de mi compañero y el ritmo de sus movimientos antes de que yo pensara en hacerlo. Por supuesto, no lo puedo hacer todo el tiempo, desearía poder hacerlo, entonces si sería realmente un experto, ¿no te parece?

¿Qué cree usted que es lo más importante para aquellos que comienzan en el Aikido?

     La gente busca cosas muy diferentes en el aikido, es difícil generalizar. Cuando era un uchideshi había muy poca gente entrenando en el Hombu Dojo, pero casi todos buscaban algo que fuese el “Aikido verdadero”. Muchos de ellos estudiantes eran excéntricos o inusuales de alguna u otra manera, dentro de este grupo encontrábamos a los “fanáticos del budo”. Este era un grupo extraño. En estos días hay mayor diversidad. Algunos lo hacen por salud, otros por los aspectos filosóficos o espirituales, todo esto esta bien.
    Lo importante hoy en día, es que si concibes el aikido como un árbol, tiene que quedar muy claro quien va a tomar el rol de las hojas y las ramas y quien el de las raíces y el tronco. Mientras exista quien asuma el papel de las raíces y el tronco, el árbol se mantendrá sólido y saludable, y las ramas y hojas aparecerán. No hay nada de que preocuparse. La gente debe tener en esto en mente y evitar insistir en que el aikido no debería ser de la forma en que es hoy. Las hojas y las ramas son hojas y ramas y eso está bien para ellas. Son partes del árbol. La pregunta es ¿quién va a tomar la responsabilidad de mantener las raíces y el tronco?
    En principio creo que no existe lo viejo y lo nuevo en el budo. Nosotros tenemos la palabra  ”Kobudo” que literalmente significa “budo antiguo”. Es lógico que el opuesto esa “shinbudo”, o “nuevo budo”, pero nosotros no utilizamos actualmente esa palabra en japonés, ¿o si? La tendencia moderna para el nuevo budo es que se orienten hacia lo deportivo. Probablemente esta bien que se le llame a estos deportes “nuevas formas de budo”, pero en la forma tradicional de pensar, no se puede considerar a los deportes como budo.
     Es muy difícil para mí decir en que medida estas cosas se deben considerar budo. Pero en mi punto de vista, no hay duda que el budo es lo que forma las raíces del aikido. Las ramas y hojas crecen de ello. Todos los otros elementos – aikido como “un arte para la vida”, como un medio para mejorar la salud como calistenia o un objetivo desde el punto de vista estético – todo estos son tallos de una raíz común que es el budo, esto está perfectamente bien, pero el punto es que no son la raíz por si misma. O-Sensei siempre recalcó que el “aikido es budo” y el”budo es la fuente de poder del aikido”. Si nos olvidamos de esto entonces el aikido mutará en algo más de alguna forma en un “arte de vida” o algo mas como un tipo de yoga.

¿Podría hablarnos acerca de ello desde una perspectiva técnica?

    Dentro de mi limitada experiencia, lo que me cautiva más acerca del aikido es su naturaleza racional y el hecho de que nosotros encontramos principios coherentes perneando toda la técnica del aikido. Para poner un ejemplo, dentro de los muchos principios envueltos en el aikido encontramos uno en el cual “uno son varios”. Las técnicas sin armas, en principio, contienen el potencial de ser transformadas en cualquier momento en técnicas con armas y viceversa. Las técnicas usadas para responder a un solo oponente, pueden ser aplicadas también para múltiples oponentes. Las líneas de movimiento evolucionan de manos vacías al uso de las armas y nuevamente a manos vacías, de un solo oponente a múltiples oponentes y nuevamente a uno solo en un modo orgánico continuo y conectado. De esta forma, aikido es muy similar a una entidad viviente. Este elemento constituye una de las cualidades esenciales del aikido como budo. Este es el tipo de movimientos que O-Sensei usaba y se mantiene en el corazón del aikido. De todas formas, esta cualidad esencial no se manifiesta claramente en las técnicas individuales, tanto como si permea el arte en un todo y existe, como un potencial latente. Esto permite una aproximación a una ética vista por una espiritualidad moderna, en otras palabras el “shinmu fusatsu” que representa el ideal más alto en el budo Japonés—- “el no matar”
    La esencia del aikido como un budo no se encuentra de manera superficial, pero aquellos con un grado de profundización deberían ser capaces de discernir. Del aikido que vemos en la superficie, en otras palabras, mucho del aikido que vemos hoy, no puede decirse que representa el budo en el sentido tradicional de la palabra. Afortunadamente, en el aikido para un estudiante serio permanece el potencial de escudriñar en profundidad para descubrir su esencia y a través de un largo proceso de búsqueda hacer de ella su propia esencia.
    Creo que tal vez una de las profundas y fascinantes cualidades del aikido es que se mantiene en todo momento formas fenomenales en la superficie junto con un potencial subyacente para revelar la verdadera esencia del concepto de “bu”. En este aspecto su profundidad es casi ilimitada. Es un gran error pensar que lo que se ve en la superficie lo es todo y representa la realidad. De otra parte, la búsqueda exclusiva de la así llamada “realidad” que existe tras la forma puede causarte perder de la vista la universalidad del aikido como un camino (michi) y todos los esfuerzos del Doshu serán en vano.
    La aproximación al aikido por parte del Doshu involucra el desprender y entonces trascender la esfera de lo marcial (bu). Unido a esto es que está su claro énfasis en la universalidad del aikido como un camino. El Doshu brinda una visión introspectiva y crítica sobre ciertos aspectos vulgares, inhumanos y faltos de ética inherentes en el budo, buscando asiduamente liberar al aikido de estos elementos negativos. En la medida que me voy envejeciendo pienso que gradualmente me acerco a una apreciación mayor de los sentimientos del Doshu en estas cuestiones y lo miro con gran respeto por sus grandes esfuerzos.
    También, amplios, curvos y suaves movimientos, así como ideas tales como la armonía espiritual y la unidad son importantes, pero demasiado énfasis en ellas deriva en una visión parcial y distorsionada del entrenamiento y no se podría decir que incorpora la esencia del budo. Estas cosas también tienden a carecer de un cierto grado de validez técnica. Son más como las hojas y ramas, y como ellas, tal vez son mejor interpretadas como un símbolo de la filosofía del aikido. Ellas satisfacen un rol dentro de los aspectos duales del aikido de una apariencia externa y una realidad no evidente. O-Sensei siempre decía muy claramente que estos aspectos del aikido aparentes como la forma, tienen necesariamente que ser budo. Él decía, “La fuente del aikido es el budo. Todos ustedes primero dominen el budo, el aikido va tras el budo”. Él también decía, “De ahora en adelante, el público general no necesita el budo como tal.” El afirmaba esto de una forma muy clara.
    En este sentido O-Sensei abrió un camino a las diferentes clases de personas que en el pasado, por cualquier razón, eran excluidas del mundo del budo tradicional – personas de cuerpos débiles, que carecían de poder físico, de edad avanzada, las mujeres. El también hizo a un lado a la competencia y de esta forma creó una forma que se adapta a las características y capacidades de cada individuo, haciendo aflorar su potencial latente, y permitiéndoles encontrar un nicho en el que puedan cumplir su misión en la vida. Un mundo en el que todos podemos vivir juntos se crea cuando cada uno satisface su propio potencial de esta manera. Esa es mi comprensión del pensamiento de O-Sensei

¿Es una manera revolucionaria de concebir el aikido, no es así?

     Si, pero desde otro lado lo que mas me preocupa es cuando estas personas que han sido excluidos del budo tradicional encuentren un camino en el aikido y comiencen a pensar que solo su propia forma de hacer aikido es la real y correcta forma de hacerlo. Ellos se olvidan de la severidad necesaria envuelta en el budo, rechazando esto como si fuera “externo al aikido”. Existen ciertas personas que piensan así, pero ellos se envuelven entonces en un mal entendimiento en el que las hojas y las ramas se confunden con la raíz. Si las hojas y las ramas se vuelven el centro, esto irá en detrimento del aikido. Si esto sucede se llevaría al aikido a dar un paso en la dirección errada. Por supuesto, también es importante mantener en mente que si las hojas y las ramas se marchitan y mueren, también lo harán las raíces. Así, nosotros realmente tenemos que concebir al aikido como un organismo viviente completo, teniendo en cuenta la armonía general y el desarrollo de todos sus aspectos.
    Creo que los hechos acerca de porqué y cómo O-Sensei creó el aikido deben corresponder con su propia búsqueda del arte. Para continuar con la metáfora del árbol, más que recoger los frutos del árbol de O-Sensei, es que tenemos que ir a través de las hojas, las ramas y bajar al tronco y las raíces. Tenemos que ir a esa fuente, de lo contrario no podremos conocer el proceso que llevó a O-Sensei a sus conclusiones .Para hacer el aikido realidad, creo que necesitamos arrojarnos tan lejos como sea posible hacia el hecho de experimentar lo que O-Sensei experimentó, tanto en su interiorización como en su aspecto técnico, a pesar de la dificultad y de que no tengamos su grado de habilidad.
    Creo que podemos decir que un budo “completo” no existe. (lo mismo se podría decir de la filosofía o la religión, o de hecho de cualquier desarrollo humano). “La culminación de mi budo”, en otras palabras la culminación en un nivel individual y personal esta al nivel en el que se encuentra o podría darse para cada individuo. O-Sensei completó su propio budo, pero ese no es mi budo.
    De forma similar, no puedo simplemente dar o transferir mi budo a mis estudiantes. Por mucho yo puedo invitarlos a ellos a mi experiencia, dejarlos usarla como guía para que completen o culmínan su propio budo. En ese sentido es más que una búsqueda solitaria en la que cada uno se compromete, ya que tú no podrías aprenderlo, no podrías aprender todo el asunto en referencia a lo que tu profesor ha obtenido. Los diversos aspectos del budo simplemente no emergerán para ti en la misma forma que lo hicieron para tu profesor.
    Lo anterior no quiere decir, por supuesto, que no existe ninguna necesidad de establecer metodologías básicas de enseñanza que contengan teorías, doctrinas, métodos de entrenamiento y ese tipo de cosas. En budo existen tres estados, —- Shu (proteger, mantener, observar), ha (romper, demoler), y ri (separar, apartar, liberar). En el estado shu, absorbes lo que tu profesor te ofrece y te mantienes absolutamente obediente. La presunción, creatividad y las ideas independientes de tu parte están totalmente prohibidas durante estos años, sin importar cuanto duren. Tienes que seguir lo que te es enseñado de manera absoluta, sin interponer tus propias tendencias en cualquier forma. A este estado se le conoce también como una forma de “auto-negación”. Sin embargo, sin importar lo que aprendas, ese conocimiento se mantendrá en el arte de tu profesor, no en el tuyo.
     Entonces es cuando necesitas el siguiente estado, que es ha, o liberarse de lo que se ha aprendido. Al hacer esto, la entidad de lo que tú llamarías “yo” entra a tomar partido. Es una forma de creatividad, y esto representa una afirmación de tu personalidad. Durante este estado descubres tus características personales, tu personalidad, en otras palabras, “quien eres”. Tú comienzas a ordenar todo lo que has aprendido, seleccionar y digerir lo que necesitas para crear y completar algo que es realmente tuyo. Pero este no es el final. Para esta clase de autoafirmación existe primordialmente la negación de el “otro”; en otras palabras, esto es solo relativo a eso de lo que nosotros nos hemos apartado. Así mismo, tú también debes dejar de lado este estado.
    Ri es el tercer estado. Habiéndote negado en el primer nivel, (Shu), y luego habiéndote afirmado en el segundo (ha), en el tercer estado (ri), tienes incluso que negar esa “auto afirmación” Ri te permite liberarte de la relatividad que te limitaba en los dos estados anteriores y se convierte en una puerta a la universalidad o a la culminación.
    En términos de la técnica, shu es un periodo para la maestría técnica en la que pasas a través de la compilación del repertorio técnico del arte; ha te ofrece una oportunidad de descubrir y aplicar estas técnicas: ri es la culminación del algo que es tuyo.
    En términos del estado mental o espiritual de la persona, shu es la negación del ser; ha es la afirmación del ser; y ri es la trascendentalidad y el apartar la dualidad yo-otro y liberarse de la obsesión de lo específico. Todos estos se interceptan y entrelazan.
    En el aikido de hoy parece que en alguna forma existe una carencia del elemento shu y creo que esto podría causar problemas en el futuro. Pienso que el entrenamiento en budo no involucra que el estado de auto negación debe ser perjudicial para el practicante. El entrenamiento estricto y riguroso que te permita experimentar la auto negación es esencial. Al haber hecho esto, de manera natural es que llegas a la auto afirmación, y finalmente, negando incluso eso, es que llegas a tu propósito real.
   A través de mi propia y limitada experiencia he sido capaz de palpar parte de este mundo que solo he estado describiendo. Sin embargo, la interpretación de estas cosas a través de los ojos de alguien que actualmente no las ha experimentado inevitablemente recae en algo que es más una descripción mecánica y carente de vida. Incluso algo como el concepto de shu-ha-ri, por ejemplo, se convierte en algo absurdamente sesgado si tratas de aprehenderlo de una forma intelectual. Shu-ha-ri y el desarrollo de estos términos tienen aspectos de una dialéctica. De hecho, la existencia postulada por el aikido produce una similaridad al pensamiento existencialista (la existencia predice a la esencia) que floreció al comienzo del siglo diecinueve.
    Una extremadamente moderna cualidad del aikido es que en lugar de las conceptualizaciones contenidas en el budo definiendo a las personas, es la naturaleza de la existencia de las personas que da al budo su definición, enfocándolo de una forma nueva, dotándolo de un significado renovado, y respetando prácticamente una libertad autónoma. Naturalmente, esto intensifica el escepticismo, y clama por una búsqueda. En este sentido, lo que ofrece es un “producto incompleto”, ninguna guía en la que se pueda asegurar una perspectiva individual, los practicantes de budo no pueden ayudar pero si de una forma aguda, estar al tanto de la inestabilidad de esta condición. Un paso en falso puede hacer que se caiga en el campo de una ideología y un dogmatismo, y la perjudicial influencia de la autosatisfacción que va de la mano. Para evitar esto, creo que la severidad y la disciplina estricta debe ser parte integral del entrenamiento en budo.
     El entrenamiento en el aikido involucra la práctica repetitiva de formas a través de largos años con el fin de establecer una forma básica a partir de la cual eventualmente surgirá algo de tu autoría. Como tal, es importante tratar de continuar pensando en la forma de hacer esto en las condiciones que se presentan en el entrenamiento. Toma la kata, o una serie de formas prácticas, por ejemplo. Como un asunto de forma, nosotros tenemos una telacion de contraste en la cual tori es activo y uke es pasivo, pero en el sentido en el que cada uno esta entrenándose en la habilidad de activar la libertad y autonomía, no existe diferencia en la esencia de ninguno de los dos. Esto puede ser ampliado para incluir semejanzas en los distintos aspectos de la vida que ofrecen contrastes, vida y muerte, juventud y vejez, salud y enfermedad, felicidad y tristeza, ganar y perder, éxito y fracaso; y esto tiene un profundo significado como un medio de conducir la vida de una persona.
    La esencia original y natural del budo, que esta profundamente conectada con el yo y el otro que se cierne en la frontera entre la vida y la muerte, inevitablemente llega a lo irracional de la existencia. De todas formas, con esta irracionalidad se encuentra una oportunidad de despertar a la fuente de la autónoma libertad personal. El Zen y el budo encuentran una afinidad con cada uno en que los dos nacen de un reconocimiento de la irracionalidad de la vida, aunque se aproximan al problema desde distintos ángulos. Incluso en el Budismo, el Zen en particular dedica su devoción a limpiar cualquier ideología o dogma para ir directamente a la naturaleza de la existencia. Como tal, es extremadamente práctico, así mismo es existencial. Por esta razón ha influenciado de manera significativa a la espiritualidad de la clase guerrera del Japón desde el periodo Kamakura. Era natural convertirse en carne y sangre en las artes marciales, y como se puede ver, aún esta presente hoy en día.
    Pero el camino, en lugar de sacar cosas como el Zen y el budo una a una, para hacer una comparación, prefiero que la gente escudriñe al interior del espíritu Japonés que ellos han absorbido y asimilado. Este espíritu Japonés ha incorporado elementos tales como el Zen y el budo, así mismo como el pensamiento del Confucianismo, Taoismo y Shintoismo, haciendo que cada uno contribuya con su brillo distintivo, nutriéndolos y permitiéndoles filtrarse en un todo maravilloso y armónico.
     Para regresar a mi punto, sospecho que mucho de lo que sucede en el dojo, arrojar a otro y ser arrojado, por ejemplo, o el aparente ganar y perder durante el tachiai (que utilizamos en lugar de los encuentros competitivos) es más simbólico en su significado. Realmente, el problema esencial al que nos enfrentamos es la respuesta de los individuos a la diversidad de las condiciones que los confrontan. Así como el dicho “victoria en la derrota” (makete katsu) sugiere, conceptos universales como la superioridad y la inferioridad o el ganar y perder no son tan importantes.
    Sorpresivamente, las personas que han llegado a este estado de realización parecen dejar la muerte para ellos como la simple ocurrencia de un fenómeno. Tomen, por ejemplo, al monje Zen Chino Bukko, quien vivió durante la dinastía Sung del Sur (1127-1129). Fue invitado al bufaku de Kamakura y eventualmente pasó sus años restantes en Japón. En un punto, fue capturado en el conflicto Mongol y tomado como prisionero. Él estuvo a punto de ser ejecutado, cuando compuso un poema en el estilo chino conteniendo la famosa estrofa “Denko eiri shunpu wo kiru,” que puede ser interpretada como “Incluso si cortas mi cabeza, no tiene mayor efecto que el golpear a la brisa de la primavera que susurra a través de estos campos”. Aparentemente Tesshu Yamaoka nombró a su dojo Shunpukan (Corredor de la Brisa de Primavera) después de este pasaje. Es más refrescante para el alma, ¿no lo crees?
    Los pensadores existencialistas europeos del siglo diecinueve, desde Kierkegaard y Nietzsche hasta Jaspers, Heidegger, and Sartre (quien eventualmente llegó al existencialismo ateo), todos buscaron las bases de la existencia en el abismo de la nada. Tu puedes ver un paralelo entre lo que ellos hicieron y el pensamiento Zen, en el que a través de cientos de años se ha perfeccionado la capacidad de responder a la irracionalidad de la existencia. Estos dos modelos que emergieron de contextos culturales completamente diferentes sugieren una comunión en una región o estado muy profundo en el espíritu humano.
     Por supuesto, las civilizaciones oriental y occidental se apartan la una de la otra en otros aspectos. El pensamiento oriental, por ejemplo, está penetrado por la unidad de mente y cuerpo que no se encuentra muy claramente en el pensamiento occidental. Esto es evidente en las tradiciones orientales como la yoga de la India, las practicas mágicas del Taoismo Chino, las artes marciales chinas, el Misogi y otros rituales y prácticas Japonesas de purificación en el Shinto y el Budismo, la meditación zazen, y en el budo japonés, que ha incorporado algunos de estos elementos.
    En contraste, el pensamiento occidental me parece que es esencialmente dualista. Demuestra poca unidad en las actividades físicas y espirituales, lo que coloca esto un poco en el terreno de la especulación. Creo que esta es una diferencia notable entre el pensamiento oriental y occidental. Un claro ejemplo de estas diferencias entre los dos estilos de pensamiento puede ser vista por ejemplo, en el contraste entre la escultura de Rodin “El Pensador” y la escultura en el Templo Koryu de Kyoto de un Bosatsu (Bodhisattva), sentado, del cual se dice representa la figura del príncipe Siddhartha antes de que llegase a la Budeidad. La diferencia en la aproximación de la especulación es evidente al comparar las dos obras.
     Por favor no me malentiendan y piensen que estoy sugiriendo que el pensamiento oriental es superior. Después de todo, con el surgimiento de la Revolución Industrial en 1770, el enfoque especulativo en occidente ha formado las bases de la ciencia aplicada que subyace en el estilo de vida de la modernidad. Desde el punto de vista de la historia humana, ahora más que nunca, existe una necesidad de integrar los dos.
     Esta es otra razón por la cual necesitamos considerar como aproximarnos a la diseminación y el desarrollo del aikido y sus características especiales como a una forma de unificación de mente y cuerpo, que nace en el budo tradicional Japonés, y que puede ser transmitido correctamente a la gente alrededor del mundo. Me preocupa que si no lo diseminamos adecuadamente, el aikido terminará sin hojas y ramas.

Lo mismo puede decirse de todo el budo tradicional Japonés. Con total franqueza, pienso que si el objetivo fuese satisfacer las necesidades y requerimientos de la actividad física de las personas modernas, entonces no habría necesidad del budo. Para ello podrían servir los deportes y actividades como estas. Pero el budo tiene cualidades que van más allá de la actividad física y ofrece contribuciones a la sociedad y creo que necesitamos pensar más sobre esto.
    Pienso que en el budo Japonés, incluyendo el aikido existe un gran potencial latente para ayudar a prevenir el colapso gradual de la libertad autónoma. Esta libertad esta siendo erosionada por la multiplicidad de las contradicciones que conllevan el materialismo de nuestras sociedades capitalistas, por una ideología de la supremacía económica, y una excesiva devoción al racionalismo. El budo ofrece medios a la gente para que al buen aire de la libertada autónoma, así que creo que necesitamos evaluar y construir nuevamente con esto en mente...

 Aikido Journal

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